Cuando no se puede debatir con argumentos sólidos y creíbles y sólo se buscan titulares que mantengan alguna visibilidad, al menos periodística, indefectiblemente se puede caer en comparaciones odiosas, o peor aún, en una discriminación lisa y llana. La reflexión se produce luego de leer la entrevista publicada el pasado domingo por el diario El Ciudadano y la Región al diputado nacional y ex gobernador de Santa Fe Jorge Obeid quien declaró lo siguiente: “El socialismo no puede controlar el gasto; yo lo llamo “la parábola de la esposa gastadora”: la mujer que le dice al marido que pida un aumento de sueldo porque no le alcanza y cuando le dan el aumento, en lugar de arreglar los techos que se llueven, se gasta la plata en vestidos; tres meses después de nuevo no le alcanza la plata, le dice al marido que pida un aumento de sueldo y usa la plata para comprarse un collar. Hay que ser muy cuidadoso con los recursos. Yo he sido ocho años gobernador y de eso puedo hablar. Cuando uno gobierna aparece por todos lados la tentación de malgastar la plata”.
Mucho se podría decir sobre las tentaciones en las que debe haber incurrido Obeid a lo largo de sus dos gestiones: la venta del Banco Provincial de Santa Fe que generó 1.000 millones de dólares de gasto a la provincia, la desastroza privatización de la Dipos que dejó a los santafesinos sin inversiones y con un juicio de 500 millones de dólares, o la compra de 140 motoniveladoras por 4.200.000 millones de dólares que cayeron en desuso porque no tienen repuestos, por citar algunas, nos eximen de mayores comentarios.
Pero no es ese el punto. La falta de argumentos sustentables y la generalidad en que se fundamentan sus dichos hicieron recurrir al ex gobernador a una parábola que no sólo subestima a las mujeres sino que muestra su concepción del rol de los hombres y las mujeres en la sociedad: La mujer no solo despilfarra sino que exige al varón cada vez más. Le queda a los varones pedir aumento, para poder hacer frente a las demandas de su esposa.
La definición deja entrever además que las mujeres no serían capaces de distinguir entre las necesidades urgentes (reparación del techo de la casa) y lo destina a cosas superficiales, lo gasta en vestidos (entendemos que para ella y no para los integrantes de su familia) o joyas.
No es siempre fácil encontrar formulaciones tan abiertas sobre las incapacidades de las mujeres que obligan a los varones a esforzarse más y a sacrificarse indefinidamente. Están si, lamentablemente, en el imaginario colectivo y constituyen, muchas veces el germen de la violencia de género: semejante idiosincrasia solo se corrige con la violencia.
Reforzar esta concepción en un momento donde los casos de femicidio aumentan todos los años, donde las mujeres víctimas de la violencia domésticas se encuentran desprotegidas, es muy preocupante y merece un enérgico repudio. Reforzar estos estereotipos no hace más que consolidar la mirada machista en nuestra sociedad.
Fuente: Prensa Alicia
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